Goldcorp y AOMA tienen 30 días para ver si solucionan este problema, hasta que surja el próximo
Solo un ruido de motores
Tras la audiencia de conciliación a la que convocó el área de Trabajo, Goldcorp y AOMA acordaron treinta días de tregua para buscarle una solución a la reducción de tareas de exploración en Cerro Negro. Un plazo que puede traer algo de alivio, pero en el que difícilmente se resuelva lo importante.
En esta semana se formalizó en Río Gallegos la reunión entre representantes de la compañía Goldcorp –titular del proyecto Cerro Negro– y de la Asociación Obrera Minera Argentina (AOMA), en el marco de la conciliación obligatoria dictada el sábado anterior por la Secretaría de Trabajo de Santa Cruz.
El conflicto se había originado por el despido de varias decenas de trabajadores, por parte de la empresa Boart Longyear, contratada por Goldcorp para realizar tareas de exploración en el proyecto, y cuyo contrato fue cesado por la minera, según explicó días atrás en un comunicado, porque “a partir del día 15 de julio ha suspendido la campaña de perforación de exploración prevista para el corriente año”.
La campaña de exploración en Cerro Negro se había iniciado en mayo, pero los directivos de Goldcorp decidieron suspenderla teniendo en cuenta que “la baja internacional de los precios del oro y la plata han disminuido los ingresos de otras operaciones de Goldcorp en el mundo, que son las que financian la construcción del proyecto”.
También recordó la minera que, de aplicarse el nuevo gravamen impulsado por el gobierno provincial, que grava las reservas de cada proyecto, descubrir más sólo significaría, en esta etapa, pagar más impuestos.
Finalmente, en su comunicado Goldcorp no dejó escapar la oportunidad para reiterar que el proyecto sigue en marcha, “a pesar de los inconvenientes mencionados (caída de los precios y consecuente baja en el flujo de inversiones hacia los metales preciosos), sumados a los mayores costos del proyecto por efecto de la inflación y el atraso cambiario que hacen menos eficientes los recursos financieros”.
Para el gremio minero AOMA, por su parte, no se trató de una simple rescisión de contrato, sino de un liso y llano achique de costos, que en este caso deja muchos trabajadores sin empleo, que para peor pertenecen a una rama de la actividad, como es la exploración, que viene sufriendo el embate de la crisis internacional (desaceleración de inversiones y caída de precios), que se agravó con ingredientes nacionales (desdoblamiento cambiario, freno a las importaciones, inflación), y empeoró con los provinciales (presión de gremios no mineros a las exploradoras y aumento de la presión impositiva).
Justamente antes de ingresar a la reunión de conciliación, el titular provincial de AOMA, Javier Castro, aseveró que “el escenario de la actividad minera en Santa Cruz es bastante complicado y delicado por un montón de factores que haces que la actividad se encuentre en un frágil equilibrio”.
La conciliación reflejó esa especial situación, y el poco espacio para el acuerdo solo permitió sellar el compromiso de mantener el actual estado de cosas hasta el 30 de agosto, tiempo que se utilizaría para buscar una manera de evitar la pérdida de fuentes laborales, o al menos la reubicación.
A la salida del encuentro, el Gerente de Sustentabilidad de Goldcorp, Eduardo García de las Longas, aclaró que el compromiso de la empresa era el de “analizar la posibilidad de absorber como parte de su personal a 55 trabajadores que quedaron sin empleo al cesar el contrato de exploración con Boart Longyear”, aunque advirtió que no podían comprometerse “a reubicar a los trabajadores despedidos, sin antes evaluarlos y ver si son aptos para las posiciones que les vamos a ofrecer, que son distintas a las de exploración”.
Aprovechó la oportunidad el directivo para advertir que, pese a todo, se había ratificado la decisión de suspender la exploración “por temas de presupuesto, la situación en los mercados, y porque no queremos aumentar la carga tributaria si se llegara a aplicar el impuesto inmobiliario minero”.
Javier Castro, por su parte, dijo que estaba “satisfecho a medias”, y cifró sus esperanzas en lograr reubicar a la mayor cantidad posible de trabajadores, ya que en esta época de vacas flacas, las opciones son realmente pocas en materia laboral, especialmente, como señalábamos, para un sector tan en retirada como lo es la exploración.
Huyendo hacia adelante
Así están las cosas hoy en Santa Cruz para la minería. Con empresas que reducen costos, paran parcial o totalmente y tratan de sobrevivir a la reducción de inversiones y aumento de costos. Con trabajadores que ven que si pierden su lugar no les será fácil conseguir otro puesto, y luchan en consecuencia para que eso no ocurra, y un sector político que no se entera de la situación hasta que ya es tarde, pide solidaridad cuando no ha demostrado tenerla, y se entretiene más buscando supuestas operaciones de sus opositores donde, habitualmente, solo hay girones de una realidad ya inocultable.
Quien crea que lograr que lograr que una empresa que se está achicando o retirando posponga 30, 60 o 90 días los despidos por cese de actividad, es un triunfo, no ha entendido nada, ni cómo funciona la inversión privada, ni los ciclos de la economía, ni mucho menos la labor esencial que en la economía les cabe a los poderes públicos, que es la de prevenir los problemas para aplicar las soluciones a tiempo, y no andar tratando los síntomas de un problema al que no han sabido hacerle frente, con el viejo recurso de la huida hacia adelante, del patear para que sea el que viene quien tenga que resolverlos.
La minería es un motor formidable de desarrollo, especialmente de las zonas más alejadas, pero si no se le da un marco concreto para que funcione en beneficio de las comunidades, si no se trabaja en construir un vehículo que aproveche esa fuerza impulsora, y si no siquiera se atienden cuestiones esenciales, como aceitar el motor y darle el mantenimiento preventivo mínimo, solo tendremos ruidos de motores, hasta que se apaguen.