15 años de producción metalminera en Santa Cruz
¿Y el Apocalipsis?
Continuamos en esta cuarta entrega, analizando los contrastes entre los vaticinios de quienes se oponen a la minería, con los resultados que se exhiben en la zona central de Santa Cruz, tras 15 años de producción del yacimiento de oro y plata Cerro Vanguardia.
Como ya dijimos en las entregas anteriores, el 15º aniversario de producción de oro y plata de la minera santacruceña Cerro Vanguardia es un buen motivo para comparar los resultados y consecuencias –reales, visibles y medibles– producido tras ese lapso, y compararlos con lo que las voces antimineras anunciaban que sucedería luego de una década de explotación.
En la entrega anterior, abordamos analizamos el impacto económico presente y futuro. Hoy avanzaremos un poco más sobre la cuestión de la sustentabilidad y los nuevos procesos.
Aportes para el futuro
La sustentabilidad estructural de un proyecto minero, comprende el compromiso de las empresas con todos los estamentos comunitarios, para asegurar que el nivel de desarrollo que alcance la sociedad involucrada, se mantenga e incluso se amplíe, más allá de la fecha en que la mina deje de producir.
Este es el principal aporte que deben hacer no solamente las empresas dedicadas a la metalminería, sino también sus proveedores y prestadores de servicios, porque si se va a extraer un recurso no renovable, se deben desarrollar al mismo tiempo, los mecanismos que aseguren que el impulso económico y social no finalice con el recurso, sino que continúe a través de otras actividades productivas, que sean capaces de mantener los niveles de vida alcanzados en el cénit de la producción.
Las acciones emprendidas en materia de responsabilidad social empresaria (RSE) por Cerro Vanguardia S.A. en la localidad de Puerto San Julián, tomaron en 2010 un especial impulso, gracias a la madurez de los acuerdos alcanzados con los representantes de la comunidad.
En esa fecha, Cerro Vanguardia firmó con la Municipalidad local y la Fundación Agencia de Desarrollo de Puerto San Julián, un convenio de RSE, que inauguró una nueva manera de interrelación institucional, por el que la empresa se comprometió a realizar un aporte económico anual, que para 2010 se estableció en tres millones de pesos, y que se ajustaría de acuerdo a las utilidades de CVSA.
Por su parte, el Municipio y la Agencia deben presentar, el 31 de marzo de cada año, un listado de requerimientos y proyectos que estén encuadrados dentro de lo establecido en el Plan Participativo de Desarrollo Sustentable, San Julián 2007 - 2020 (elaborado por la Fundación con participación de muchos vecinos).
La conducción de CVSA afirma que su compromiso con la comunidad continúa invariable, y así lo ha demostrado en estos años, en que los aportes se continúan realizando en un todo de acuerdo con lo prometido y suscripto oportunamente.
El programa de desarrollo sustentable que aplica la comunidad sanjulianense, tiene varios aspectos dignos de destacar, ya que responden acabadamente a lo que tiene de positivo el término sustentabilidad.
Por un lado, la compañía no fija montos arbitrarios en función del humor social o sus propios programas de inversión, sino que ha atado el monto que destina a financiar proyectos, un porcentaje de las utilidades, con lo que el sistema se mantiene más allá de cuestiones circunstanciales, y pone a los vecinos de San Julián en perspectivas de socios del desarrollo de la compañía.
Por otra parte, la base del plan de inversiones no es el que la empresa o el gobierno de turno define, sino que responde a un programa consensuado con toda la población y estudiado previamente, cuyo eje no es optimizar donaciones empresarias, sino invertir esos dineros pensando en un futuro en el que ya Cerro Vanguardia deje de operar.
Ése es el corazón del acuerdo de RSE que rige el aporte conjunto de la minera, el Estado y la Agencia de Desarrollo: invertir no para lo que se necesita hoy, sino para lo que servirá mañana para mantener los estándares de vida que hoy ha alcanzado la población.
Nuevos procesos
Con el paso del tiempo, nuevos métodos y sistemas se van incorporando a la producción, para lograr lo que antes parecía imposible, o resultaba antieconómico. Es la normal evolución de la técnica, que también se aplica a la minería.
En Cerro Vanguardia, se comenzó a desarrollar el programa de minado subterráneo, que se encuentra operando a pleno, y para aprovechar material de baja ley que antes no se procesaba, se inició el programa Heap Leaching, de lixiviación en pilas.
En el proceso de reciclado de cianuro, se agregaron etapas que permiten reducir la cantidad utilizada y disminuir todavía más lo que se desecha, lo que le ha permitido a la compañía certificar las rigurosas normas del Código Internacional del Manejo de Cianuro, que fijan parámetros muchísimo más exigentes que los determinados por la legislación nacional.
También se incorporaron diversos procesos que han permitido disminuir la cantidad de agua que se capta, reutilizando más eficientemente la disponible.
Cada uno de estos nuevos procesos, que significan una producción más eficiente, debieron contar previamente con la aprobación de la autoridad minera, porque las reglas de juego en la industria son esas: todo cambio en los procesos debe contar con un estudio de impacto ambiental, debe responder a las normas y protocolos vigentes y tiene que recibir la aprobación previa de los organismos de control.
Y cada uno de esos pasos, apunta a dos objetivos confluyentes: aumentar la vida útil del yacimiento y mejorar las condiciones ambientales y de seguridad de la operación, adaptándolas al desarrollo tecnológico y las exigencias cada vez más firmes de la sociedad en ese sentido.
En la próxima entrega, la final, abordaremos las conclusiones de este análisis. Hasta entonces.